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Arcaísmos españoles presentes en el portugués del día a día

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Los hispanistas y romanistas en general suelen mencionar en sus escritos el carácter arcaizante de las lenguas peninsulares respecto a otras lenguas romances como el francés o el italiano.

Una pequeña afición mía resultante de mi (de)formación clásica es la de enfrascarme en el estudio, a veces más profundo, a veces menos, de lenguas romances mediante herramientas en línea como Duolingo o Memrise, en ocasiones incluso con experimentos más heterodoxos como, sin previo conocimiento de la lengua, ponerme a ver Bola de drac (en catalán); esto podría entenderse, dicho sea de paso, como cierta forma de sesquilingüismo, si no me equivoco.

Arcaísmos españoles presentes en el portugués

Últimamente estoy aprendiendo algo de portugués (brasileño), donde he encontrado algunas curiosidades que quiero compartir. Se trata de que en portugués (al menos el de Brasil) se emplean algunas palabras que están en desuso en el español, donde una vez sí existieron; también ocurre que la palabra existe en el español actual, pero con un significado distinto al etimológico y que se conserva mejor en portugués. A mí me gusta mucho porque es como remontarse al español más clásico o echar un vistazo al judeoespañol.

logo «luego»

El portugués logo y el español «luego» proceden del ablativo de locus ‘lugar’, es decir, loco. Ya en el propio latín este ablativo podía usarse con un sentido temporal, como en esta cita de Horacio (Epístolas 1.7.57):

et properare loco et cessare
tanto apresurarse como pararse en el momento oportuno

El DLE establece claramente que «luego» significa ‘después, más tarde’, pero recoge asimismo otros usos. Aún en el Siglo de Oro, Teresa de Ávila escribiría aquella copla que empezaba así:

Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego.

Una vez alguien me contó una anécdota de cuando visitó un país hispanoamericano cuyo nombre no recuerdo: con mucha prisa, se montó en un taxi y comunicó el destino al conductor, quien le espetó un «¡Luego!», lo cual enfadó a esta persona: «¡Luego no! ¡Ahora!». «Sí, sí: luego, luego…», contestó el taxista. Lo que no sabía era que en ciertos países sudamericanos «luego» se emplea aún hoy con el significado de ‘enseguida’.

El portugués logo sigue conservando, de forma principal, este valor temporal de inmediatez y podríamos traducirlo, según el contexto, como «inmediatamente», «enseguida», «pronto»…  Incluso se encuentra en locuciones como é logo alí ‘está justo ahí’, un significado que no se encuentra en el español.

Que conste que desde el latín loco ‘en el momento oportuno’ hasta el portugués y el español clásico ‘enseguida’ hay ya un desarrollo semántico fácil de ver, y es que el momento oportuno suele ser enseguida, ya, ahora mismo, cuando no el famoso «para ayer».

conmigo, contigo, consigo… «connosco», «convusco»

Igual te piensas que estoy loco, pero existieron en español un «connosco» y un «convusco» que se conservan perfectamente en el portugués co(n)nosco ‘con nosotros’ y convosco ‘con vosotros’.

Existieron en español unos pronombres «connosco» ‘con nosotros’ y «convusco» ‘con vosotros’

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Antes de nada, veamos de dónde sale esta serie de pronombres. Como alguno sabrá, en latín la preposición cum ‘con’ se usaba pospuesta a los pronombres personales latinos, de forma que de me teníamos mecum ‘conmigo’, tecum ‘contigo’, etc. Tras debilitarse las oclusivas sordas intervocálicas y convertirse en sonoras ([k], en este caso, en [g]) ⁠—⁠entre otros procesos evolutivos comunes en español y portugués⁠—⁠ teníamos que mecum se pronunciaba [⁠ˈ⁠migo]. Se perdió la noción de que ese [‑go] final, procedente de cum, significaba ‘con’, por lo que los hablantes, ni cortos ni perezosos, añadieron un nuevo «con», esta vez al principio, como es lógico, con lo que ya tenemos nuestro «conmigo», etc.; esto es, realmente, un proceso de reanálisis.

En latín también existía nobiscum ‘con nosotros’ y vobiscum ‘con vosotros’, formados mediante el mismo procedimiento que mecum, etc. En la península se conservaba esta formación con la preposición pospuesta, pero los pronombres no eran los correspondientes al ablativo como correspondía (nobis y vobis, respectivamente), sino los de acusativo, como era normal, con lo que quedaba *nosco y *vosco. Fíjate muy bien: aquí no tenemos [‑go], ya que la [k] de ‑co no estaba en posición intervocálica, por lo que no se debilitaba en [g]. Por mera presión analógica/paradigmática y porque también se habría perdido algo la noción de que ‑co significaba ‘con’, también se les añadió ese «con» del principio, quedando en «connosco» y «convusco».

Como todo hispanohablante sabe, «connosco» y «convusco» han desaparecido fulminantemente de la lengua, aunque el DLE sigue recogiéndolos marcándolos, por supuesto, como palabras en desuso. El CORDE recoge 176 ejemplos de «connosco» y solo 22 de «convosco», los más modernos de los años 1476 y 1414 respectivamente. Realmente era «convusco» el que se usaba en el español, y así lo vemos en el CORDE, con 289 apariciones, una tan tardía como en un poema de Quevedo (una aparición de 1836 ha de entenderse como mero arcaísmo, forzado para mantener la rima con «brusco»).

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Javier Álvarez

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«Arcaísmos españoles presentes en el portugués del día a día», de delcastellano.com.


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